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miércoles, 4 de noviembre de 2009
LUCHO por la vida
“Estoy enfermo y no puedo ir a estudiar”, fueron las palabras que hicieron que su madre se preocupara. Una carcajada rompió el silencio de la casa e hizo que se supiera que, en realidad, estaba evadiendo su responsabilidad de asistir al colegio. “perdóneme ésta y la otra que le voy a hacer”, dijo Lucho, mientras esperaba no recibir castigo por su mentira. Y no quería ir al colegio porque deseaba ver cómo se “construía” su sueño. Su casa, una estructura rudimentaria que se inundaba en cada lluvia, por fin tendría piso estable y techo sólido y él no quería perderse el cambio.
“Esto era tierra, madera, plásticos, cartones, palitos, tablitas”, relata Aura Rosa, la madre de Luis Eduardo Rivera, “Lucho”, mientras señala el piso de su nueva vivienda. “Ha sido un cambio grande para nosotros”, relata la madre del joven de 13 años.
Un raquitismo crónico impide que Lucho camine con normalidad y requiere de apoyos para facilitar su desplazamiento. El ajedrez surgió como opción y su ingreso a las Escuelas Populares del Deporte del INDER Medellín, donde pudo desarrollar las capacidades mentales que quienes lo conocen ven en él, fue uno de los momentos agradables de su existencia.
Pero nada comparado con el día en que su casa dejó de ser un lodazal. “Yo le decía a mi mamá que si la gente tenía plata para echarle cemento a las calles por qué no sacaba un poquito para echarle al piso de mi casa. El día en que tuve nueva casa ha sido el más feliz de mi vida”, dice con seguridad Lucho Rivera.
“El niño me abrazó y me dijo que nunca iba a dejar que ese piso se dañara”, narraba doña Aura Rosa con evidente emoción, mientras sus ojos dejaban caer unas tímidas lágrimas.
Sus pasiones
“A mí no me gusta el fútbol, me gustan son las voladas de los arqueros. Cuando los partidos no son por Caracol o RCN no me los puedo ver. Me toca ir al colegio a que me los cuenten”, señala Lucho, estudiante del Colegio Arenys del Mar, cerca de su casa, en Blanquizal. Se declara admirador de David Ospina y de René Higuita, a quien sólo vio atajar luego del final de su carrera.
Menciona al ciclismo y al fútbol como sus dos pasiones deportivas. Pese a sus dificultes de movimiento disfruta cualquier posibilidad de desplazarse en una bicicleta. “Yo me trepo y me aferro a mi tío. Me paso de la nuca a la espalda, de la espalda a un pie, de un pie me le vuelvo a pasar a la nuca…”, relata sobre sus incursiones apoyado sobre su familiar, practicante frecuente del ciclismo.
Cuando se le hace una pregunta, muy frecuente para alguien de su edad o menor, no deja espacio de silencio entre interrogante y respuesta: “¿qué quiere ser cuando grande?”, “Presidente de la República”. Y explica el porqué de su aspiración: “el país está naufragando, tiene mucha corrupción y hay mucha pobreza y todo eso se tiene que acabar”.
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