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viernes, 10 de abril de 2009
Argentina juega con dos arqueros
El 28 de noviembre de 2004 murió el arquero argentino Lucas Damián Molina. Molina, de 20 años, era jugador de Independiente de Avellaneda, como emergente de Carlos Navarro Montoya. En aquel momento, Óscar Ustari dijo estar desconsolado y “si me dolía cuando él se lesionaba imagínense hacerlo ahora que no volverá a estar con nosotros”. Un mes y medio más tarde, Colombia presenció el homenaje de Ustari a su amigo y colega.
La primera foto de afiche se tomaba y Óscar Ustari posaba con una camiseta en memoria de Lucas Molina. La imagen de Molina, guardavallas de Independiente que falleció en 2004, quedó estampada en una remera blanca de la Selección Sub-20 gaucha y en la memoria de los juveniles futbolistas.
El homenaje pasó inadvertido para varios medios de comunicación colombianos que había en el Sudamericano 2005, pero no al interior del grupo sureño. El guardián del arco argentino plasmó su sentimiento en la frase “Lucas, jamás te olvidaré”. Ustari se quitó la camiseta, la entregó a uno de los suplentes, quien se transformaría luego en figura: el casi desconocido Lionel Messi, con quien había dialogado largamente la tarde anterior, me alzó su pulgar izquierdo, mientras señalaba con puño derecho la imagen alusiva al fallecido jugador.
En un extremo de la cancha Ustari se situó en el arco, se santiguó y oyó el pitazo inicial del brasileño Heber Lopes. Armenia presenciaba el partido inaugural del campeonato.
En el otro extremo del rectángulo el cancerbero venezolano Miguel Aponte llamaba insistentemente al defensor Raúl González, homónimo del atacante del Real Madrid, quien corrió por su zona. "¡Venezuela!, ¡Venezuela!", era el cántico de muchos de los 25 000 mortales que había en el Estadio Centenario, la tarde-noche del 13 de enero.
Cuando el marcador se había inclinado 1-0 a favor de Argentina, un penal encendía el estadio y las esperanzas venezolanas. El golero Aponte corría hasta la media cancha y se abrazaba a sus compañeros, como celebrando un gol. Nicolás Fedor ubicó el balón a 12 pasos de la línea de gol defendida por Ustari, tomó impulso y pateó. El balón se estrelló en el horizontal, luego en el cuerpo evocador del espíritu de Molina y se desvió hacia el tiro de esquina.
Ustari levantó sus índices y señaló el cielo, como agradeciendo la intercesión de su fallecido amigo. Argentina anotó otros dos goles y definió el encuentro. 3-0 fue el marcador definitivo y Ustari se volvía a poner la casaca alusiva a Molina.
Entrando al camerino se echaba la bendición y estrechaba su mano diestra con la del sanlorencista Pablo Zabaleta, sin pronunciar palabra alguna. Zabaleta, compañero de Molina en el Sudamericano y el Mundial Sub-20 de 2003, le respondía con una tímida sonrisa.
Ustari besaba la imagen expuesta en su torso y declaraba “esta camiseta es un pequeño homenaje para su familia. Todo lo que consiga en el fútbol se lo voy a dedicar a él”.
Lucas Molina (1984- 2004)
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