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sábado, 9 de junio de 2012

Paula Andrea, entre triunfos y derrotas

Paula Andrea Rodríguez a sus 14 años se convirtió
en Maestra Internacional 
La primera persona con quien se enfrentó en su recorrido deportivo como ajedrecista fue Luis Fernando Rodríguez. Él se dejaba ganar para que aquella niña sintiera felicidad, pensara que había conquistado la gloría y era la reina entre peones y caballos que ni siquiera tenía la idea como se debían mover en un tablero.

Con el tiempo, ese que hace el papel a ratos de rival, siempre de papá, y al mismo tiempo el de amigo y entrenador, se dio cuenta que su pequeña tenía potencial para este deporte. El asunto era serio, y comenzaba a tomar color, y salir de ese blanco y negro prevalentes en el ajedrez. La infancia de Paula Andrea Rodríguez Rueda, tomó otro rumbo.

Cambió las muñecas, los peluches y todo lo común en las pequeñas de su edad, por tableros, concentración y ante todo curiosidad por aprender los movimientos y jugadas. Por eso su padre confió en ella, prefirió dejar de comprar un tarro de pintura que tenía como fin embellecer las paredes de su casa, ubicada en Facatativá, Cundinamarca, y mejor invertir ese dinero en un tablero de ajedrez que la motivó a jugar más, y así no parar de darle pinceladas de éxito a su vida.

Paula, es en la actualidad una de las mejores jugadoras del país con tan solo 15 años. Sobresale en los torneos que participa, pues a esta edad ya ha ganado en campeonatos internacionales como fue el Sub-20, en Guayaquil, Ecuador en 2011; asimismo, ha sido tres veces campeona panamericana de Ajedrez de la Juventud: 2006, 2008 y 2010. También, ha representado al país en Europa y gran parte de América.

Ahora, la meta de Rodríguez era estar en la próxima Olimpiada del deporte ciencia en Estambul, Turquía. Pero no se logró. No consiguió el tiquete para estar entre las cinco que llevarán el nombre de Colombia a territorio turco.

Todas las miradas estaban puestas en ella, quizá por eso expresó que “no he jugado ajedrez, he jugado a presión”, y eso es lo que ha hecho que de sus ojos broten lágrimas después de cada derrota, y se sienta triste, y frustrada porque no ha relucido su talento, demostrado que es una Maestra Internacional.

“Hubo partidas que no debía perder, estaban ganadas”, manifestó Paula, quien a ratos se sintió confiada ante sus rivales, se dejó llevar por el ritmo de ellas y las ansias de querer asistir a una Olimpiada. Todo se quedó en ilusiones y deseos de representar la tricolor.

Pero, lo que sí ganó en este Selectivo Nacional fue “aprender a perder”, no acostumbrar a sus papás a que siempre va salir campeona y tener la humildad con la que llegó a su primer torneo, en Sesquilé, Cundinamarca, cuando tenía siete años y ni siquiera sabía cómo utilizar un reloj electrónico. “Yo le oprimía el reloj a los demás y les decía: ole oprima”, cuenta Paula, en medio de risas y nostalgia.

Por el momento, ella seguirá preparándose y trabajando fuerte para las competencias que se avecinan. “Este año quiero ser campeona Mundial Sub-16 en Eslovenia”, fueron las palabras con las que concluyó la niña que un día escogió dedicarse al ajedrez, el deporte de sus amores por el que llora y ríe, y el que ocho años atrás le ganó una partida a un tarro de pintura.


Por Juan David Alcaraz

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