Paula Andrea Rodríguez a sus 14 años se convirtió en Maestra Internacional |
Con
el tiempo, ese que hace el papel a ratos de rival, siempre de papá, y al mismo
tiempo el de amigo y entrenador, se dio cuenta que su pequeña tenía potencial
para este deporte. El asunto era serio, y comenzaba a tomar color, y salir de
ese blanco y negro prevalentes en el ajedrez. La infancia de Paula Andrea
Rodríguez Rueda, tomó otro rumbo.
Cambió
las muñecas, los peluches y todo lo común en las pequeñas de su edad, por
tableros, concentración y ante todo curiosidad por aprender los movimientos y
jugadas. Por eso su padre confió en ella, prefirió dejar de comprar un tarro de
pintura que tenía como fin embellecer las paredes de su casa, ubicada en
Facatativá, Cundinamarca, y mejor invertir ese dinero en un tablero de ajedrez
que la motivó a jugar más, y así no parar de darle pinceladas de éxito a su vida.
Paula,
es en la actualidad una de las mejores jugadoras del país con tan solo 15
años. Sobresale en los torneos que participa, pues a esta edad ya ha ganado en
campeonatos internacionales como fue el Sub-20, en Guayaquil, Ecuador en 2011;
asimismo, ha sido tres veces campeona panamericana de Ajedrez de la Juventud:
2006, 2008 y 2010. También, ha representado al país en Europa y gran parte de
América.
Ahora,
la meta de Rodríguez era estar en la próxima Olimpiada del deporte ciencia en
Estambul, Turquía. Pero no se logró. No consiguió el tiquete para estar entre
las cinco que llevarán el nombre de Colombia a territorio turco.
Todas
las miradas estaban puestas en ella, quizá por eso expresó que “no he jugado
ajedrez, he jugado a presión”, y eso es lo que ha hecho que de sus ojos broten
lágrimas después de cada derrota, y se sienta triste, y frustrada porque no ha
relucido su talento, demostrado que es una Maestra Internacional.
“Hubo
partidas que no debía perder, estaban ganadas”, manifestó Paula, quien a ratos
se sintió confiada ante sus rivales, se dejó llevar por el ritmo de ellas y las
ansias de querer asistir a una Olimpiada. Todo se quedó en ilusiones y deseos
de representar la tricolor.
Pero,
lo que sí ganó en este Selectivo Nacional fue “aprender a perder”, no
acostumbrar a sus papás a que siempre va salir campeona y tener la humildad con
la que llegó a su primer torneo, en Sesquilé, Cundinamarca,
cuando tenía siete años y ni siquiera sabía cómo utilizar un reloj
electrónico. “Yo le oprimía el reloj a los demás y les decía: ole oprima”,
cuenta Paula, en medio de risas y nostalgia.
Por
el momento, ella seguirá preparándose y trabajando fuerte para las competencias
que se avecinan. “Este año quiero ser campeona Mundial Sub-16 en Eslovenia”, fueron
las palabras con las que concluyó la niña que un día escogió dedicarse al
ajedrez, el deporte de sus amores por el que llora y ríe, y el que ocho años
atrás le ganó una partida a un tarro de pintura.
Por Juan David
Alcaraz
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